El líder sabio no interviene innecesariamente.
Se siente la presencia del líder, pero a menudo el grupo avanza por su cuenta.
Los líderes más débiles hacen mucho, dicen mucho, tienen seguidores y crean cultos.
Otros, peores aún, usan el miedo para estimular al grupo y la fuerza vencer sus resistencias.
Los peores de todos los líderes tienen mala reputación.
Recuerda que tu deber es facilitar el proceso de otros. No el tuyo. No te entrometas. No controles. No impongas tus propias necesidades y convicciones a los demás.
Si no confías en el proceso de otro, el otro no confiará en ti.
Imagina que eres una partera; que estás asistiendo el nacimiento del otro. Haz bien tu trabajo, sin presunciones ni teatralidades. Facilita el curso de lo que está ocurriendo y no lo que tú crees que debería estar ocurriendo. Si tienes que tomar la iniciativa, dirige la acción de manera que la madre reciba ayuda, pero sin que pierda su libertad y responsabilidad.
Al nacer el niño, la madre podrá exclamar con razón: “¡Lo hicimos entre el niño y yo!.